viernes, 5 de junio de 2015

La cita

Esta noche, como tantas otras noches, fría y lluviosa, debo desistir, al fin, y entregarme a sus deseos, aunque no creo que mis padres me preparasen suficientemente para este momento.
Claro está que, aunque sea un tema tabú, en todas partes se habla, aunque sea con susurros, sobre ello, incluso en la televisión pasan algún film o documental que, muy lejos de aquellos años de censura, son tan explícitos que apenas hacen falta añadir sermones o monólogos, más molestos y vergonzosos que instructivos, de los progenitores o tutores.
En fin, como iba diciendo, esta noche será la definitiva y, por esa razón, me he dado un homenaje: aceite y burbujas hasta el borde de la bañera, un champú nutritivo de los que anuncian en la televisión que aumenta el brillo y no sé qué más, una cremita corporal y hasta algo de perfume.
Ya lo sé, todo el mundo quiere hacerme sentir que esto es una locura, que no debo ir pensando así, anticiparme, pero yo ya tengo 87 años y cuando mi querido Henry murió, lo hizo sin afeitar y, aunque esté mal que lo diga, con bastante mal aspecto.

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