jueves, 18 de junio de 2015

Estado virginal

Me entrego a ti, solamente a ti y a la prisión de tus deseos, libre y voluntariamente pero, por favor, antes de que empieces, deja que te diga algo: es mi primera vez.

No te conozco, ni tú a mi, y, a pesar de ello, sin saber si nuestra relación caerá en el olvido como tantas otras lo hicieron antes, quiero tratar de que lo hagas tan profundamente como desees, esperando que tus deseos tengan el mismo origen y destino que los míos.

Voy a pedirte paciencia, cariño, pasión y, sobre todo, ternura, ya que me entrego al calor de tus manos para que sean tus ojos quienes me desnuden el alma.

Apoyándome en tu regazo, apenas puedo ver tu rostro inquisidor sino como pura negrura a contraluz, así mantienes tu aire de misterio, aunque, si quieres que juguemos a eso, trataré de no mostrar apenas nada para que, poco a poco, tus dedos se deslicen apartando cada capa de mi existencia, sumisa, dedicada a tu placer.

Quiero que nuestros ritmos se sincronicen, que tus ansias sean saciadas con mi fogosidad y que tu calma sea mecida por mi brisa marina, quiero que mi fuego avive tu lívido y que la nostalgia de mi alma se acurruque en tus susurros.

Quiero seguir siendo libre después de hoy, sin embargo, espero que algo de mi quede alojado en tu recuerdo, de tal forma que viva siempre en ti y nunca nos separemos.

Creo que es todo lo que quería decirte, ahora, eres tú quien ha de decidir qué hacer conmigo, sólo espero que, sea lo que sea, al menos te haga disfrutar a ti, porque, para mí, eso es suficiente.

Sólo una cosa más, por favor, adoro la mesita sobre la que me apoyas cuando apagas la luz, si no es mucho pedir, no me devuelvas nunca más a esa fría estantería llena de tus conquistas olvidadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario