domingo, 26 de octubre de 2014

Arañando el sueño

Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina, advierto una rendija entre los azulejos por la que se ha vertido una porción infinita de mi tiempo.
El encargado grita, con su habitual gesto de superioridad, para que limpie los restos de lo que debía ser un pedido que ya iba retrasado.
Por primera vez, en toda mi vida, le ignoro y me inclino para buscar esos años que se han perdido. Noto un soplo de aire cálido bajo el suelo. Araño los bordes de cerámica y siento cómo empiezo a fundirme por la punta de los dedos. Tomo aire, frunzo el ceño y limpio la pizza del suelo.

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