jueves, 21 de agosto de 2014

Hasta que la muerte...

El hombre luce una inquietante sonrisa. Su imagen, a pesar del marcado carácter masculino, transmite la misma sobriedad hermosa de "La Gioconda", con las manos cruzadas sobre el vientre, mientras permanece sentado bajo la marquesina del interurbano.

El fulgor anaranjado de una farola parece darle un tono veraniego, saludable, como de recién llegado de un viaje de novios al Caribe, algo probable por el modo en que la alianza luce el brillo de la novedad.

La mujer, de blanco inmaculado, ya se acerca. Camina despacio, observando con delicadeza cada paso. Sus ojos intuitivos buscan la verdad.

Una ligera brisa nocturna mece, con ternura, una cinta que reza: "PROHIBIDO EL PASO".

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